Francisca Bertoglia: “Las relaciones sanas se basan en la honestidad”

lunes, 9 de agosto de 2010
Por: Mario Rodríguez Ordenes - El diario Austral de La Araucanía

La escritora Francisca Bertoglia, estaba algo preocupada por la recepción de su reciente libro “Quién dijo que había que querer a los hijos”, Editorial Catalonia, 2007. ya que lo convencional es que los padres amen a sus hijos sin condiciones. Y viceversa… Pero la autora piensa que “cada persona debe tomar sus decisiones con responsabilidad y afectividad”

Francisca, ¿el título de su libro se lo debe a Lola Hoffmann?
Sí, surgió durante una sesión del taller de sueños que ella regaló a un grupo de mujeres jóvenes para orientarlas en el proceso de individuación. Fui una de las afortunadas integrantes.


EL DINERO ESTABLECE UN ABISMO

¿Creía Lola en relaciones personales más liberadas?
¿Liberadas de qué? Pues en ningún caso se refiere a liberarse de la responsabilidad y disciplina afectiva. Enseñaba la democracia en las relaciones y la liberación de la jerarquía patriarcal. Eso implica el duro trabajo de autoconocimiento y autorespeto. Todavía estamos lejos de ello pues gran parte de esta sociedad sigue pidiendo mano dura como fórmula relacional en todas las instancias culturales, políticas o familiares.

La educación actual, ¿tiene ese propósito?
La educación actual oscila entre los diversos propósitos de los industriales educativos y de los del Estado Chileno orientados al bien común. El dinero establece un abismo de inequidad para los alumnos. Se debate en una gelatina de creencias religiosas, teorías científicas y servilismo a un sistema económico que la ha transformado en una industria productora de consumidores ovejunos y de la mano de obra más barata del mundo.

SU PROPIO CAMINO

¿Qué significó para su propio proceso liberador conocer a Lola Hoffmann?
Fue la guía hacia mi alma. La maestra que el destino puso en mi camino y cuyo rigor me liberó de todos los miedos exacerbados por la cultura. Aprendí que la ciencia de la vida es soltar y fluir con los cambios y la locura de intentar controlar ese flujo o impedir los procesos de crecimiento personal. Una persona crecida es conciente y responsable de sus pensamientos, sentimientos y acciones. Quien se queda en estado infantil pide protección y admite ser mandado.

¿Cómo trabajaba ella?
Como psiquiatra en una consulta y haciendo talleres centrados en análisis de sueños y dinámicas meditativas de desarrollo de conciencia.

Ella tenía una idea muy particular acerca de las relaciones amorosas. Pensaba que debían ser abiertas, incluso con el conocimiento amoroso de otras personas.

No era lo fundamental de su pensamiento, sino el proceso de individuación o autoconocimiento y la toma de decisiones con responsabilidad y afectividad en todas las áreas. El respeto por el otro implica considerar sus sentimientos y decisiones. Cada pareja es libre de establecer su propio código relacional y nadie puede imponerlo, es algo basado en el amor y el respeto. Ella lo demostró con creces en su propia vida donde privilegió conductas sabias amorosas y respetuosas del prójimo.

De alguna manera ¿ha continuado su trabajo?
Todos quienes tuvimos la fortuna de su enseñanza y libertad nos hacemos cargo de difundir sus ideas.

La Caída

En el reciente filme “La Caída” hay una escena muy dramática, en las postrimerías de la Alemania nazi. Joseph Goebels, junto con su esposa, envenenan a sus seis hijos, antes de suicidarse. Quería preguntarle, - porque de algún modo los padres marcan la vida de los hijos, quiéranlo o no, y era evidente, que en este caso, la vida futura de estos niños estaba marcada-.

¿Cuál debería ser una relación sana entre padres e hijos?
Las relaciones sanas se basan en la honestidad, palabra antigua que significa ser “uno conmigo mismo” y eso contiene toda la enseñanza de mi vieja maestra Lola. Los Goebels no sospechaban la experiencia de la libertad personal. No sabían quienes eran, habían cedido sus existencias al más siniestro líder de todos los tiempos y tenían hijos para complacerlo.

¡Desdichados niños! Convertidos en juguetes para seres enfermos de un sistema demente.
 

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